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Por estas fechas, ya se siente en el aire el espíritu navideño, con los arbolitos adornando las casas y las vidrieras de los negocios. Junto a este símbolo por excelencia de las fiestas, también hace su aparición el pesebre, con el niño Jesús rodeado por sus padres, los reyes magos, campesinos y distintos animales a las puertas de un granero cubierto de paja y pieles. Es que siempre se asoció la Navidad con el nacimiento de Jesús, aunque su verdadero origen, en realidad, se remonta a miles de años antes y la celebración estaba dedicada a los dioses paganos.
No es casualidad que el natalicio de los principales dioses solares de las culturas agrarias pre cristianas como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio (o Baco), fuese situado durante el solsticio de invierno europeo. Allí se invocaba al Sol para que protegiera la época de las cosechas. Y no es casualidad que el nacimiento de Jesús se haya ubicado también el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales del siglo lV de nuestra era se conmemoró el nacimiento del Sol invictus en el Imperio Romano.
En el siglo II, los cristianos sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección, ya que consideraban irrelevante el momento del nacimiento de Jesús y, además, desconocían la fecha exacta.
Fue entrado el siglo IV, cuando ya se había concluido lo substancial del proceso de trasvase de mitos desde los dioses solares pre cristianos hacia la figura de Jesús, cuando se decidió fijar una fecha concreta para su nacimiento.
Hasta ese entonces, el dios más poderoso era Mitra y como al Jesús histórico se le había adjudicado toda la carga legendaria que caracterizaba a este dios pagano, lo lógico fue hacerle nacer el mismo día en que se celebraba el advenimiento de Mitra.
Hay que recordar que la figura de Jesús no fue oficialmente declarada como consustancial con Dios hasta el año 325, cuando el emperador Constantino convocó el concilio de Nicea y ordenó a los obispos asistentes que acatasen el entonces muy discutido dogma de que el Padre y el Hijo compartían la misma substancia divina. Fue así que entre los años 354 y 360, durante el pontificado del papa Liberio se tomó por fecha del nacimiento de Jesús la de la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban su popular culto "Natalis Solis Invicti", el nacimiento del Sol invencible.
En los comienzos, la celebración de la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo XIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica, decoración de las iglesias, cantos, lecturas y misterios que dieron lugar a representar el nacimiento de Jesús en un establo de Belén, con toda su connotación, como lo conocemos hoy en día.
A pesar de las imprecisiones de los textos evangélicos sobre el nacimiento de Jesús, una tradición cristiana tardía dio por cierta la suposición de que éste tuvo lugar en alguna de las muchas cuevas calizas que existen en las cercanías de Belén. Sobre esta leyenda se construyó la basílica de la Natividad de Belén, en la actual Cisjordania, edificada sobre la gruta en la que se cree que nació Jesús, no un 25 de diciembre, sino -de acuerdo a algunos evangelios de los llamados apócrifos- más cerca del verano boreal.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
EL ORIGEN PAGANO DE LA NAVIDAD
Publicado por TITO SANS en 21:51
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1 comentario:
Excelente Tito, de ahora en más me hago fana de su blog.
me encantó, cortito y dice mucho. un abrazo.
pd: Leyó Juliano el apostata?
si no lo hizo, lo recomiendo. brillante ese libraco.
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